Otra función de los sacerdotes, más positiva, era la de bendecir en nombre de Yhwh. Otras personas compartían con el sacerdote el derecho de transmitir la bendición divina. El padre de familia podía bendecir a sus hijos (Gén 27,4; 48,15; 49,28) y el rey a su pueblo (2Sam 6,18; l Re 8,14). La bendición sacerdotal ponía el nombre de Yhwh sobre los hijos de Israel. El libro de los Números indicaba la fórmula ritual (Núm 6,22-27). Poner el nombre quiere decir establecer una relación con la persona. Los israelitas comprendían que una buena relación con Dios era condición indispensable para la buena marcha de la vida individual y comunitaria. La bendición aseguraba la fecundidad, la felicidad y la paz.
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