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La búsqueda de la voluntad de Dios, y una convicción religiosa fundamental: sin la relación con Dios, el hombre no puede encontrar su camino en la existencia.
PUREZA RITUAL.
La participación en el culto requería la pureza ritual, definida en la ley. Los sacerdotes debían evitar todo contacto que les volviese impuros. Se establecían normas especiales para su matrimonio. Los defectos físicos y las enfermedades eran impedimentos para la celebración del culto (Lev 21). Para el sumo sacerdote, las reglas eran aún más estrictas; no le estaba permitido guardar luto ni siquiera por su padreo su madre (Lev 21,11). Por otra parte, los sacerdotes tenían la responsabilidad de asegurar el perfecto desarrollo del culto, y por tanto de controlar la pureza ritual de los participantes. La presencia de una persona impura en la asamblea litúrgica hubiera comprometido el buen éxito del culto (Lev 15,13). La impureza más tremenda era la "lepra". Por eso al sacerdote le incumbía verificar si una persona estaba afectada por semejante mal y declararla pura o impura. El Levítico da instrucciones muy detalladas al respecto (Lev 13-14). Para otros casos de impureza ritual, el sacerdote debía preparar el agua lustral según los ritos previstos en Núm 19 [i Levítico II, 2.3].
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